La Princesa Charlene viene viviendo tiempos difíciles en lo personal. Ha estado alejada de la agenda real por casi un año debido a su estadía en Sudáfrica. Cuando parecía que todo volvía de a poco a la normalidad, el Covid-19 la sorprendió con un resultado positivo y nuevamente unas semanas alejada del mundo exterior.
En una posición como la suya, no puede haber una simple ausencia y nada más. Al contrario, en la realeza cuando la princesa o la reina falta siempre se designa a una suplente interina, que en este caso fue Carolina de Mónaco, hermana mayor del Príncipe Alberto.
No fue nada nuevo para la princesa de Hannover, ya que antes de la llegada de la Princesa Charlene a su familia, era justamente ella quien llevaba a cabo esas tareas en nombre del Principado.
Con el regreso de Charlene todo debería volver a la normalidad con ella comenzando a ser la dueña de su propia agenda y Carolina de Mónaco más alejada. Pero el fuego aún sigue prendido y quema.
La relación no fluye
El 'Baile de la Rosa' fue un claro ejemplo de que la relación entre la ex nadadora y Carolina de Mónaco no está para nada bien. Con el conocimiento de antemano de que la primogénita de los príncipes Raniero III y Grace de Mónaco iba a estar allí, la Princesa Charlene decidió decir ausente sin motivo alguno, mientras el resto de su familia, por el contrario, dijo presente.
Con el regreso de Charlene todo debería volver a la normalidad con ella comenzando a ser la dueña de su propia agenda
La Gala de la Cruz Roja fue la última presencia de la princesa consorte en un evento grande e importante para el Principado de Mónaco y allí pasó lo contrario que con el Baile de la Rosa: presencia de la Princesa Charlene pero ausencia de Carolina de Mónaco.
En los últimos años, la agenda real se ha visto contaminada por disputas entre las princesas, cada una con su forma de vivir y ver los eventos, evitando cruzarse.