En los últimos tiempos, los rumores sobre el Príncipe Alberto y Charlene de Mónaco han sido incesantes. Por más que ellos se empeñen en desmetirlos una y mil veces, ciertas ausencias de la princesa consorte en actos oficiales (algunos de ellos muy importantes) dan pie para creer que la crisis entre ellos es real.
En Mónaco, más de uno ha recordado aquella leyenda que dice que, por una maldición echada a un antepasado muy lejano del Príncipe Alberto, nadie de la familia real monegasca será feliz en su matrimonio.
A juzgar por lo que ha pasado a lo largo de la historia de la familia Grimaldi, algo de realidad habría en esa “leyenda urbana”. Más allá de los conocidos casos de las hermanas del Príncipe Alberto y del propio padre del soberano monegasco, también podemos irnos un poco más atrás en el tiempo.
Infidelidades, hijos ilegítimos y repentinas viudeces
Está el caso la abuela del Príncipe Alberto, la Princesa Carlota y Pedro de Polignac. Ellos tuvieron un matrimonio concertado y que se disolvió por infidelidades mutuas luego de dejar el heredero varón que las leyes de la formación del estado monegasco requiere: Rainiero III.
Cabe aclarar que, producto de una derivación de la ley sálica, aun habiendo hijas mujeres mayores, al haber un varón automáticamente es heredero al trono. Exactamente eso sucedió en España, cuando el Rey Juan Carlos y la Reina Sofía tuvieron al hoy Rey Felipe.
Por una maldición echada a un antepasado muy lejano del Príncipe Alberto, nadie de la familia real monegasca será feliz en su matrimonio
La abuela del Príncipe Alberto, en tanto, era hija ilegítima del Príncipe Luis II y llegó al trono gracias a que el Príncipe Luis no tenía descendencia y reconoció a Carlota para que el principado no cayese en manos de un heredero de sangre alemana que era el siguiente a Luis en la línea sucesoria.
Por su parte, la tía del Príncipe Alberto, Antoinette tuvo tres matrimonios fallidos (del primer marido se separó a los 4 años de casada, el segundo matrimonio duró 10 años y del tercero enviudó a las 6 semanas de la boda).
¿Se cumplirá la maldición esta vez?
Quizás tratando de huir de esta maldición, el hijo del Príncipe Rainiero demoró tantos años en casarse. Pero dado que urgía que tuviera un heredero legítimo (aunque ya tenía 2 hijos ilegítimos) finalmente se casó con Charlene de Mónaco.
Seguramente a Charlene de Mónaco nadie le contó todas estas historias. O quizás sí y por eso se dice que la propia princesa consorte quiso escaparse tres veces del principado antes de su boda. De hecho, en L’Express se publicó un artículo que contaba que hasta llegó a refugiarse en la Embajada de Sudáfrica en Francia para pedir ayuda.