Obsesivo y perfeccionista como es, Raphael supo durante esas funciones de Jeckyll & Hyde en Barcelona que algo no andaba bien con su salud: “Me miré al espejo en el hotel y no me reconocí”.
Profesional como siempre, terminó la gira, volvió a Madrid donde vive con su esposa Natalia Figueroa desde hace cinco décadas y se ocupó de hacerse los estudios correspondientes.
La hepatitis B que le había sido diagnosticada en la década del 80 había hecho estragos en su salud. Los resultados de los análisis eran contundentes: sólo un trasplante de hígado podía salvar la vida de Raphael.
Mucho tiempo después el cantante contaría que al principio no quería reconocer la gravedad de la situación. “Luego empecé a no reconocerme a mí mismo y me di cuenta que era grave. Sin embargo, antes, le negaba todo a mi médico y mi familia. Es difícil admitir que estás en un lío tremendo cuando eso no está en el guión de tu vida”.
"Es difícil admitir que estás en un lío tremendo cuando eso no está en el guión de tu vida”
El diagnóstico fue un duro golpe para la Raphael y Natalia Figueroa y peor aún cuando, luego de diversas pruebas, se determinó que nadie en la familia era compatible con el cantante y por lo tanto, no podían ser donantes.
Así fue que se pusieron en marcha los trámites correspondientes y Raphael quedó a la espera de la aparición de un donante.
Felizmente, el órgano apareció pronto, la intervención se realizó en el Hospital 12 de octubre de Madrid y las manos maestras del doctor Enrique Moreno González le dieron a Raphael la posibilidad de un segundo nacimiento en 2003, a los 60 años.
“Para mí el donante es la mano de Dios que se puso en mi camino” fueron las palabras de Raphael cuando alguna vez se le preguntó su pensamiento al respecto.
Y si Dios le dio una segunda oportunidad, “el Niño de Linares” no la iba a dejar escapar, se recuperó rápidamente con el apoyo de Natalia Figueroa y sus hijos y volvió a los escenarios. Y de allí no ha bajado. De hecho, este año está haciendo un tour por distintos países para celebrar sus 60 años de carrera.
Por 10 años más
Y aunque todavía se sorprende de haber llegado tan lejos y en perfectas condiciones vocales, Raphael promete que si todo sigue así, quizás hasta llegue a celebrar los 70 años con la música.
Pero sólo si su cuerpo y su voz se lo permiten. Y si no, simplemente dejará de cantar, sin giras ni despedidas ni último show, tal como el mismo lo anunció: “Me levantaré un día y me diré a mí mismo: ‘Ya no estás en condiciones, que lo sepas. Si quieres hacer tonterías, hazlas’.