Mario Vargas Llosa es mundialmente conocido por su buena prosa. Es el ganador del premio de literatura más querido por todo escritor, el premio Nobel, que consiguió en el año 2010 cuando todavía no conocía a Isabel Preysler, de quien tiempo después se enamoró profundamente.
Pero el peruano no saca todo su talento de la imaginación. Como suelen hacer muchos escritores, usa sus propias vivencias para que esa sea la musa de inspiración que lo lleve a plasmar en un papel, tan bonitas frases. Esto ya lo ha hecho antes y muchas veces, dejando en evidencia su lado más privado, como en este caso, la convivencia con Isabel Preysler.
Lo hizo hace unos años con la separación de su primera esposa, de quien habló en un libro titulado La tía Julia y el escribidor, donde deja entrever cómo fue el proceso de la separación de su anterior esposa, Patricia Llosa. En esta autobiografía, el ganador del premio Nobel de Literatura, deja en evidencia clara que se trata de una experiencia personal.
El cuento dedicado a Isabel Preysler
Como ya pasó y nos tiene acostumbrados, Mario Vargas Llosa publicó un relato, Los vientos, que se cree que está exclusivamente inspirado en Isabel Preysler. De ser así, cuenta muchas cosas personales de la socialité y algunas actitudes de la marquesa que no le gustaron al escritor en su convivencia.
Como por ejemplo dedica gran parte de su escrito a hablar de una mujer que le gusta mucho lucir bien y ponerse cremas, para así estirar su juventud y ocultar la vejez de su rostro y cuerpo, aunque el paso del tiempo es irreversible. Para algunos periodistas, todo este relato está dedicado a Isabel Preysler. Recordemos que la socialité tiene una empresa de productos de belleza, My Cream, dedicada al cuidado facial y corporal.
En uno de los párrafos de Los Vientos, menciona la manía de estar constantemente utilizando cremas. "Después, cuando yo les pregunté por qué se preocupaban tanto por las cremas, los ungüentos, los afeites, los noté incómodos, como si hubiera violado un terreno ínti*o. Luego de una larguísima pausa, uno de ellos murmuró: 'Nuestro cuerpo es sagrado y hay que cuidarlo". Para ellos, en verdad, lo sagrado son las perfumerías y las farmacias".
En el relato, el escritor peruano escribe cómo el protagonista recibe, con estupor, las preguntas sobre si él seguía ciertas rutinas para cuidar su físico.
"Me preguntaron si no me había echado algo para el sol y como les dije que no, que nunca usaba cremas protectoras, se escandalizaron. Me confesaron que todo el dinerito que ganan con trabajos eventuales y las pensiones que recibían por el mero hecho de existir los invertían en comprarse pastillas, lociones, tónicos, todo aquello que impide el deterioro de la piel, los ojos, los dientes".
todo este relato está dedicado a Isabel Preysler
Hay muchas coincidencias que se pueden llegar a interpretar como que Mario Vargas Llosa escribió esos versos pensando en su exnovia, quien lo dejó y lo está mostrando como una persona tóxica. Su forma de contestar no es sentarse en un plató, sino sentarse en su escritorio y hacer lo que mejor sabe hacer, escribir.